Wednesday, July 10, 2024

Abogo por la pena capital

     Abogo por una política de mano dura contra la delincuencia, pero también hay que ser humano: hay que luchar por la reinserción. La verdadera justicia no solo castiga, sino que también busca rehabilitar y reintegrar a los individuos a la sociedad. 

    Es importante que las cárceles tengan condiciones dignas y evitar el hacinamiento. La reinserción no sólo transforma vidas individuales, sino que fortalece el tejido social al ofrecer segundas oportunidades. Reinsertar es creer en la capacidad de cambio y en el potencial de cada persona para contribuir positivamente a la comunidad. La rehabilitación no es solo un acto de benevolencia, es una inversión en la seguridad y el bienestar de toda la sociedad. La verdadera medida de una sociedad se refleja en cómo trata a los más vulnerables y en cómo ofrece oportunidades de redención.


    Pero la cárcel tampoco debe ser un Spa, escuela de crimen o resort todo incluido. El preso, interno, o persona privada de libertad tras el debido proceso (porque hasta el peor antisocial tiene derecho a un juicio justo) debe estudiar y/o trabajar una profesión de su elección. Creo en la ley contra la vagancia. 


       Hay que trabajar. Incluso si usted tiene un trust fund que le deje intereses. Incluso si su abuelo o bisabuelo le legó vía herencia una tierrita o un dinerito que le rinde una canasta básica, es un deber ciudadano consagrado en la constitución (ley maxima de la nación dominicana) el dedicarse a un trabajo digno  y decoroso de nuestra elección hasta la edad de jubilación que consensuemos como sociedad.


    Es el trabajo el valor que priorizamos los dominicanos. Después de todo, nos gobernó y dejo su impronta un hombre extraordinario, que hoy hace falta, quien dijo que sus mejores amigos son los hombres de trabajo porque el trabajo dignifica al hombre y lo acerca más a Dios. ¡Lo secundo! 


    Usted puede ser rico de cuna, sangre azul, ¡pero trabaje! Es un deber trabajar una jornada laboral completa mínimo, que bien puede ser en esta tierra tan rica y bendita por el Todopoderoso menos de las 44 horas actuales y que tome en consideración el tiempo que se invierte en ir y venir bien presentado y en buen estado de salud física y mental al trabajo. 


    Después de todo, es lo que nuestra sociedad, por motivos que van desde lo biológico hasta lo psicosocial, espera de nosotros. Ahora bien, y esto es muy importante: que conste que hay trabajos que no pagan, y eso es menester de considerar y valorar: la madre que cría hijos, futura generación de trabajadores, y administra un hogar. El voluntario. El que se esta preparando para una competencia deportiva. El que está estudiando para sumar…¡Eso hay que valorarlo! 


    El mercado libre ni es ni debe ser la única medida válida del    valor de un trabajo realizado. Hay gente que trabaja mucho y no ve un chele, así como hay gente que ve millones y se la pasa echándose fresco tirado en una cama viendo entretenimiento basura en Netflix mientras come pizzas caras. 


    En nuestro país tenemos buenos politicos, activistas, escritores, profesores, militares, atletas y padres muy trabajadores que no ven una cantidad de dinero justa por lo que aportan. Eso es menester corregir urgentemente. La lógica capitalista ni es ni debe ser la que rige. El trabajo no-remunerado es, como su nombre lo indica, trabajo también. Se hace en el gimnasio, en el hogar, en el escritorio de una biblioteca, vía ciberactivismo por twitter. Eso cuesta dinero, tiempo y esfuerzo. Debería ser remunerado, pero no siempre es así, lo que lleva a algunos a despreciar trabajo importante. 


    Ahora, también reitero que creo, pido y exijo mano dura sin dictadura. Aprovecho este espacio para responsablemente emitir una opinión a modo de juicio histórico: el mandato de Trujillo no fue una dictadura, sino una dictablanda porque no había elecciones libres pero si concedía como, documenta la evidencia disponible, el Generalisimo Doctor Trujillo apertura a las demandas de los sectores, aunque a veces decía que no.


     No viví la Era, es cierto, pero si he vivido 31 años que tengo de postrujillato. En nuestro país todavía hay torturas, detenciones arbitrarias, falta de libertades de toda indole como de prensa y de militancia sindical, ademas de asesinatos, robo y violencia contra inocentes. Entonces, vuelvo y pido como hice en Twitter el otro día, que me recuerden porque es que estamos mejor sin él.


     Ni siquiera tenemos una democracia, porque no hay apertura a sectores. Pudiéramos llamarle al modelo actual democradura, pero como funciona el sistema electoral que perpetua modelos corruptos de capitalismo clientelar dependiente al capital foráneo, yo no veo elecciones libres en República Dominicana. Por algo me soñé que debía retirar mi candidatura a Diputado por el PED (Partido Esperanza Democrática, el de Ramfis, su líder). Creo que fue porque iba a chocar con contaminadores muy peligrosos. 


    Con esto no quiero decir que no hubo violencia en la Era de Trujillo.. La hubo. Trujillo cometió excesos. Yo, como su seguidor que soy porque reitero que hace falta hoy en el país un Trujillo, pido perdón por los excesos siguiendo el ejemplo de su hija en aquella entrevista de hace mas de una década cuando la Familia Trujillo optó por tener una vida pública mas activa otra vez, como es su derecho en virtud de ser una familia dominicana. 


    Pero, pasando balance de lo que se ganó y perdió con el magnicidio y el advenimiento del “trujillismo sin Trujillo” como le han llamado algunos, con un protagonismo del CONEP en las riendas de nuestra nación, que ha sumado a pesar de que a veces los representantes del sector azucarero no dejan que los representes del sector tabaquero trabajen por el bien del país, creo pertinente recordar que creo en la ley de los tres strikes: atracador, forzador, peculatorio, delincuente financiero, traficante de personas, contaminador, inmigrante ilegal que reincida tres veces, propongo que ya como sociedad consensuemos el reinsertarlo en vez de a la sociedad al universo mediante una habilitación de la pena de muerte en la reforma constitucional que pide el Excelentísimo Señor Presidente constitucional de la República, Don Luis Rodolfo Abinader Corona. La ciudadanía dominicana, los residentes dominicanos y los visitantes que suman merecen la paz, la libertad, la justicia y la libertad. 


    Emito esta opinión con la autoridad que me otorga la ciudadanía en virtud de ser Director de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de la Juventud de un partido político reconocido por la Junta Central Electoral, ademas de como un ciudadano asalariado que tributa impuestos del dinero líquido que recibe en reciprocidad por su trabajo. 

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