Tuesday, April 21, 2020

La disciplina: puente entre las metas y los logros.



Me encantaría ser el autor de tan perspicaz y atinada frase. No obstante eso, no es mía. Es de Jim Rohn. La encontré buscando citas sobre la disciplina. Es una de mis preferidas. 

Al ver que era de un tal Jim Rohn, pues busque ese nombre en Google. Quería saber quien era. Veo que trabajo con Herbalife y que era speaker motivacional. Pensando que habría ganado sus cinco o seis millones de dólares, investigue cuál era su net worth cuando murió. Me sorprendió ver que murió valiendo 500 millones de dólares. 

Si, el dinero no lo es todo. Tampoco es cualquier forma de ganar dinero buena. Ahora, en nuestra sociedad, es para muchos el primer indicador de que tan bien le está marchando la vida a alguien. Hay otros, tal vez igual o más importantes: felicidad de personas que la rodean, salud física, salud mental, logros de otra índole, capacidad de influenciar en su ambiente y que tanto es conocida.

 Ahora, la capacidad de poner un techo sobre la cabeza y tres comidas calientes en un plato tres veces al día dice mucho. Es, sin dudas, una destreza a consolidar. 

Dicho esto, pasaré a tratar el tema que me proponía: yo y la disciplina. Es este un valor que he estado trabajando mucho. Diría yo, desde que tengo uso de memoria.  Me inspira el escribir este artículo el haber terminado el libro Never Binge Again (Jamás te des otro atracón, en español). Es un libro orientado a quienes se les hace difícil seguir una dieta o plan alimenticio por más que quieran. 

Sin ser perfecto el tomo, confieso que me gustó mucho. Sucede que en el pasado he deseado mucho mejorar en eso que llaman disciplina. Sintiéndome impotente frente a como a veces se me hacia difícil decirme que no, he deseado que un militar se mude conmigo para que me caiga atrás el día entero y me meta “en cintura”. Hasta pensé e intenté meterme a militar en el pasado. Mi hambre de disciplina fue un factor. 

Comprendí que ese militar tal vez nunca llegue. Para mi, ese libro que leí te enseña a ser tu propio militar. A ser tú mismo que te metas en cintura. Fue una lectura muy vital y útil. Es gratis, por si la quieren bajar. 

Resumiría este libro en cuatro puntos: 

  1. Tenemos distintos parte del cerebro en constante pugna. Está la animal, que nos dice que debemos comer en demasía, dormir mucho, tener mucho sexo, no hacer ejercicio para no gastar energía en caso de que nos caiga atrás un leopardo. 

Contrapuesto a esta, esta el lóbulo frontal. Esta es la parte que nos dice que no debemos comernos dos copas de helado al día porque eso mata y arruina la figura. Que nos dice que a veces es mejor no estar con una pareja. Que nos insta a levantarnos temprano para aprovechar el día, entre otras cosas. 

2.             La metodología del libro es la siguiente: A esa parte animal que nos sabotea nuestras metas cuando la complacemos, le ponemos un nombre y le hablamos. El autor sugiere llamarlo “el cerdo” porque, de ser por ella, comemos en grandes cantidades todos los días. Es insaciable y come como lima nueva. Me lleve del autor. Podemos poner “mi demonio de la comida interno” o como nos plazca, pero tiene que ser un nombre que evoque lo que queremos controlar. Llamarle “mi conejito lindo” es contraproducente. 

3.             Y bueno, una vez identificada y nombrada, debemos realizar un “plan de comidas”. El autor recomienda tener REGLAS CLARAS. Las necesitamos como país, las necesitamos como familia, y las necesitamos como individuos. Como cualquier código legal, nuestro reglamente personal puede y debe evolucionar con el tiempo. Ajustarse a la realidad y a los avances científicos. Para dicho ajuste, debemos asegurarnos que somos nosotros y no “el cerdo” quien quiere hacer los cambios. Da técnicas para ese fin.

4.             El autor nos insta a gritarle al cerdo cada vez que quiera romper el reglamento personal. Debemos gritarle. También, en su libro, desenreda varios juegos psicológicos que “el cerdo” juega con nosotros. Por ejemplo, si nos caemos significa que dejamos que “el cerdo” saliera de su jaula, es necesario volver a enjaular cuanto antes. Nuestra sociedad y Big Food conspiran para sacar al cerdo de la jaula, pero debemos ser fuertes. Cada vez que no rompemos el plan, cuesta esfuerzo y hay que tener vigilancia para evitar la fatiga. Pero tener reglas claras se encarga de esto. 

De inmediato, elabore mis reglas. Incluí Horas de despertarme (incluido fines de semanas, porque despertarse muy tarde puede ocasionar insomnio). También había identificado que perdía tiempo en internet, entonces restringir la navegación a una hora por día me pareció una buena idea. Esta también el protocolo de servirse las comidas, hora para cenar, mínimo de lecturas al día, mínimo de frutas y vegetales al día, etc… 

Algunos dirán que es mucho sacrificio y mucho trabajo. Pero el no tener disciplina nos priva de alcanzar lo que queremos. Esta en nuestras manos decidir de qué nos vamos a privar en ocasiones en las cuales no podemos tener nuestro bizcocho y comerlo también. O me privo de una cosa o me privo de la otro. Yo tomé mi decisión. Todos, a diario, debemos tomar la misma decisión. No todos estamos conscientes de ello. 

Y bueno, yo quiero tener disciplina. ¿porqué? ¡porque no quiero privarme de alcanzar mis metas! ¡no quiero privarme de tener logros! Pensaba Abraham Joshua Heschel que el autorespeto es fruto de la disciplina y que el sentido de dignidad crece mediante el decirse que no a uno mismo. En la misma Biblia está la frase “negarse a uno mismo”. En una charla sobre el éxito, el empresario Pepín Corripio me compartió su visión de esta virtud al responderme a una pregunta: tenemos que desarrollar la capacidad de señalar algo y decir “no me lo como, no me hace bien”. Eso me marcó mucho. Mi abuelo Ballardo Mejía era vivo ejemplo de eso. Era famoso por ser estricto en el cumplimiento de sus recomendaciones médicas. E incluso entrado en edad iba desde bien temprano a caminar.  

Parte 2

            Dice el autor de Never Binge Again que no tenemos que entender un problema para solucionarlo. No tenemos que entender por cual trauma en la niñez comemos de gula o no nos gusta despertarnos por la mañana. No está mal esa indagación. ¡Es una loable empresa! Pero ahora, no es necesario saber cómo armar un televisor para ver un documental. Basta con saber usarlo.

            Hay otro libro. También me lo he terminado en esta cuarentena. Se llama Eat What You Love, Love What You Eat for Binge Eaters. Yo había caído en la aparente trampa de que tenía que saber porque comía en exceso para dejar de hacerlo. Honestamente, creo que ayudo. Recomiendo este coctel de Never Binge Again + Eat What You Love, Love What You Eat. Creo que hasta medio dominicana me resultó la mezcla. Me resulta curioso, y no abundare mucho. Pero ambos libros trabajan mucho la voz interior, y siento que cuando mezcle ambas prescripciones “se dominicanizó” mi voz interior. Tal vez escriba un trabajo de sociología sobre eso en el futuro, tal vez es mi imaginación. 

            Pero bueno, Eat What You Love fue una lectura grandiosa. Uno de mis libros favoritos. Ahí aprendí que es comer en exceso, porque comemos en exceso y que hacer para dejar de comer en exceso. 

            Aprendí que la ansiedad y las necesidades no correspondidas juegan un rol. Esto es problemático: comer en exceso no resuelve nada, sino que lo empeora. Es un circulo vicioso: me siento mal → como en exceso intentando sentirme mejor → esto me hace sentirme mal y culpable otra vez → vuelvo a comer en exceso intentado sentirme mejor. Eat What You Love nos enseña que comemos en exceso porque queremos sentirnos mejor. Sin embargo, esto presenta una disyuntiva: comer solo puede resolver un problema, que es el hambre, y comer sin hambre jamás resolverá lo que intentamos resolver emprendiendo esa acción. Nos podemos autosabotear siendo en exceso estrictos con nosotros mismos, tenemos que perdonarnos cuando nos caemos. Arreglar nuestra voz interior, que sea más amorosa. Al principio, hablaba sobre Never Binge Again me enseñaba a ser yo mismo el “militar manillador y metedor en cintura” que quería. Eat What You Love me enseña que seré más exitoso si ese militar es amoroso. Porque a nadie le gusta que le hablen mal, es problemático el hablarnos mal a nosotros mismos. 

            Creo que ambas lecturas tienen pros y contras. El primer problema con el que me encontré fue que necesito, y con libre albedrío escojo, comer de una determinada manera para alcanzar mis metas en el bodybuilding. Eat What You Love no ve ningún problema con usar planes alimenticios como guía, pero nos invita a no reprimirnos nada. Nos invita a romper nuestros planes, siempre que velemos por un balance entre el comer por placer y comer por salud. De ahí surge mi cheat meal.  Verdaderamente, Never Binge Again y Eat What You Love tienen diferencias pero entiendo que ambas filosofías se complementan. Creo que la mezcla que hago entre ambas enseñanzas me funciona. 

  1. No me permito fallar, pero programó descansos a diario y a la semana. 
  2. No busco entender por completo la raíz de mis errores para solucionarlos, pero no por ello dejó de indagar en ello con frecuencia porque saber es poder. 
  3. Creo que, posiblemente, he hecho las paces con mi cuerpo permitiendo esas comidas que ingerimos más por placer que por salud los Jueves. No creo que mi cuerpo tenga un antojo que no pueda esperar hasta el Jueves. Never Binge Again dice que no hay antojo que dure para siempre. Pero Eat What You Love me enseña a negociar con mi mismo. No compenso por errores. Pero tampoco me permito errores vagabundisticamente. Debo cumplir un mínimo de proteínas/frutas/vegetales/fibra.
  4. No a la rigidez, pero si a la constancia. Siempre seguir las reglas, pero tener reglas que se puedan seguir. ¿como se si estoy siguiendo las reglas? Sencillo: me imagino un jurado imparcial de diez miembros observándome y me pregunto que opinaría sobre mi adherencia o no-adherencia al reglamento en caso de ser preguntados. 
  5. Ya esto soy más yo, pero entiendo que ayuda llegar a casa para ingerir una reconfortante sopa de pescado fresco con vegetales de temporada y nuestras especias favoritas a pasarse todos los días a base de galletas de soda y jamón de pavo. Lo primero lo disfrutamos mas y nos hace mejor. Argumentaría que nos gusta más porque nos hace mejor. 

Decía Buda que es mejor conquistarnos a nosotros mismos que ganar mil batallas. Eso es lo que me gusta del Bodybuilding. Triunfar en esta actividad requiere de una vigilancia constante y te reorganiza tu día para mejor. Creo que todo buen deporte lo hace. El Pavo Real tiene plumas cuyo único propósito es aumentar su belleza para atraer más hembras. Ser un macho triunfador en una esfera trae como necesidad aterrizar otras. Triunfar en bodybuilding requiere de trabajar nuestras emociones que nos llevan a comer en detrimento de nuestras metas. Requiere también un triunfo sobre la mente y el tener todo pensamiento cautivo. Como le dijo Zeus a Hercules en la película de Disney: un verdadero héroe no se mide por su fuerza sino por el tamaño de su corazón. 

Y es, entiendo al menos en parte, la indisciplina un problema del corazón. Quiero disciplina porque entiendo que me permitirá alcanzar mis sueños. Quiero honrar a los gigantes en cuyos hombros me sostengo. Quiero vivir al máximo. Nietzsche teorizaba que podemos analizar nuestra vida preguntándonos si repetiríamos absolutamente todo lo que hemos hecho. Si la respuesta es afirmativa, estamos viviendo al máximo. Si la respuesta es negativa, ¡Es momento de despertar! Porque el sol brilla, y se muere por brindarnos de sus rayos para que produzcamos vitamina D. La brisa sopla, y ansia acariciar nuestro rostro para arrancar una sonrisa. Creo que Dios existe y quiere cambiar nuestras vidas. Ponernos a valer. Así como multiples creyentes a través de la historia han confiado y dicho su sí, yo le doy un sí a la vida.

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