Sunday, February 7, 2021

LA RAZA EN LA REPÚBLICA DOMINICANA (trabajo presentado para aprobar diplomado de CLACSO)

¡Hola! Habiendo sido calificado este trabajo, pertinente al segundo diplomado al cual asistí en CLACSO, se los comparto. ¡Exitos!

 

 

 

 

 

 LA RAZA EN LA REPÚBLICA DOMINICANA

ESCRITO POR MARIO NOUEL

Introducción

En el siguiente escrito, daremos unos vistazos al tema que es la raza en la República Dominicana. Se escogió este tema ya que el auge y los descontentos de ese sistema de clasificación humano fue el eje del último espacio compartido de manera virtual en CLACSO. Como dominicano, entendí que empaparme con algunos de los trabajos recientes sobre el tema era positivo para situar lo aprendido y hacerlo útil a nuestra realidad como dominicanos.
    Trabajaremos de manera particular tres pensadores: Silvio Torres-Saillant, Milagros Ricourt y Mary E. Lee. La fuente más antigua data del año 2000 por lo que podemos decir que toman en consideración el grueso histórico de nuestra formación ideológica en cuanta a la raza. Un hito reciente importante para la terminación del autoconcepto racial de las gentes de la parte este de la isla de Santo Domingo sería la controversial sentencia 168-13 que algunos tildaron de “genocidio civil antihaitiano y racista”. No todos los recursos empleados podían tratarlo en vista de anteceder dicho hecho.
  Temas que traeremos a colación incluyen: la identidad dominicana vista a través de la literatura, las tribulaciones de la negritud en la identidad dominicana y el imaginario dominicano subversivo contrapuesto al oficial. Recomiendo la lectura de estas cuartillas al que desee trabajar el tema de la raza en la República Dominicana. Sugiero laborar con dicho tema porque todo lo que rodea al color y a la ascendencia en el continente americano es algo que afecta la vida de sus habitantes de manera profunda, si bien en ocasión de manera sutil.




La conciencia racial en la literatura dominicana

Se empleó esta fuente porque se considera al trabajo literario surgido de un colectivo como un reflejo fiel de su condición. Bien es cierto que los prejuicios de su creador no escapan de dicho retrato, más no es menos veraz que incluso dichos prejuicios son parte importante del registro que es la literatura cuando se emplea en cualquier empresa dentro de las humanidades y la ciencia social.
Mary E. Lee busca la conciencia racial de la República Dominicana mediante la comparación de tres poetas. Secunda la noción de que la literatura es un reflejo de la sociedad. Asevera que la República Dominicana es racista a la vez que es, de manera paradójica, mulata.
¿Porqué es mulata la R.D.? Lee contextualiza dicho fenómeno como fruto de las condiciones materiales de la colonia en la cual los españoles, mulatos europeos a raíz del mestizaje producto de las invasiones árabes, le veían valor económico a la reproducción con sus esclavas. Esto a su vez daba como resultado un sistema en el cual aclarar la piel no era solo escalar socialmente, sino acceder a un mejor trabajo. Esto derivó en un sistema de jerarquización social en el cual hay, según Albert Batista (citado por Lee), ocho definiciones.
    Previo al trabajo con los poetas, Lee teoriza sobre otro gran factor que esta detras de lo que define como el racismo dominicano. Ve de particular relevancia la actitud prevaleciente respecto a la vecina nación de Haití. El dominicano se compara con el haitiano para reafirmarse como mulato. El haitiano se considera como un inferior en la jerarquía social incluso si es del mismo color. Tratando la revolución haitiana, Mangione-Lora explica que la retórica racial que alienta a la violencia haitiana empujó a los dominicanos a redefinirse racialmente. En contraste con la negritud haitiana, empezaron a considerarse blancos.
¿Porqué es importante la literatura dominicana en este meollo? Porque oficialmente lo negro-africano se ignoro, se subestimo y se escondió. Pero la poesía escapó de este impulso bovarista. A nivel sociológico, el trabajo con lo africano vivió interrupciones. Más a nivel literario permaneció intacto. Acalaramos que pesa en nuestra historia más la poesía en formas como la música (o expresión poético-musical) que llamamos merengue. Formas literarias como la novela y el cuento ven cercenadas su capacidad de influencia debido a la considerable falta de dominio de la lectoescritura en la nación que se independizó de Haití en el año 1844.
Cree Lee que la evolución de la conciencia racial dominicana puede verse retratada en la evolución de la poesía. Propone que la poesía de Rubén Suro, Manuel del Cabral y Blas Jimenez reflejan una conciencia emergente negra que ilustra cómo los dominicanos hemos progresado de la negación a la celebración con orgullo de la identidad africana.
Rubén Suro en 1934 fue el primer poeta que trajo al negro como protagonista en su obra. Este hito se ve opacado por el hecho de que el negro era haitiano, a manera de negación de la negritud dominicana, y por el tono irrespetuoso con el cual se trata al personaje. En este punto de la evolución literaria de nuestro país, el negro figura pero como entretenimiento. Se reitera al haitiano como carente de inteligencia. Se le dibuja como un ser propenso a la violencia y al vudú. Cuando el personaje es mujer la lírica se torna, además de racista, machista. Esta mentalidad predomina hasta la matanza de haitianos de 1937 durante La Era de Trujillo.
    Es posterior a este episodio que un poeta exiliado cambia el tono. Ahora el haitiano es objeto de compasión en vez de burla. Se señala que Manuel del Cabral, un sujeto privilegiado, no habla desde el lugar del negro sino por el negro.
    Vemos un claro contraste en la obra de Blas Jimenez. Cuestiona las estructuras sociales pero afirmando su negritud. Se considera que su orgullo racial no tiene precedentes en la poesía de la nación caribeña. Se puede considerar el movimiento por los derechos civiles de los negros en los Estados Unidos como al menos un cataclisma para la reivindicación del negro la imaginación quisqueyana. Con versos como que se cree español, en tierra de ellos, en tierra dominicana, critica la negación de la ascendencia africana. Con su verso tu eres un negro blanco demuestra la naturaleza esquizofrenica del ser negro en la Repúblic Dominicana. (Lee, M. E. 2011)

Tribulaciones de la negritud: etapas en la identidad racial dominicana.

Silvio Torres-Saillant dice que aproximadamente 90% de los dominicanos son negros o mulatos, pero ningun otro lugar en el hemisferio tiene mayor grado de indeterminacion en cuanto al sentido de identidad racial de la población. Para fascinación y sorpresa de quienes observan desde fuera, los afrodominicanos han fallado tradicionalmente al momento de enarbolar su negritud como una consigna colectiva para avanzar sus conquistas sociales y luchas políticas de diversas índoles. Sucede que, en efecto, se da lo contrario: el dominicano niega su negritud.
¿Qué podemos decir sobre la complejidad del discurso y el pensamiento en cuanto a la raza del dominicano? ¿Qué nos revelan los paradigmas autóctonos sobre esta cuestión que es la negritud en la sociedad y en la cultura dominicana? Desde la fundación de la república en 1844, la negación de la negritud dominicana ha estado amparada y promovida por las grandes potencias. Veían las potencias blancas a la R.D. como posible bastión contra la expansión de la influencia negra en las indias occidentales, a pesar del color de un bien significativo número de sus habitantes. Esa fue la justificación de los Estados Unidos cuando le pidió a las potencias europeas que reconocieran al recién nacido estado que surgió de la pugna contra los haitianos liderados por Boyer el 27 de febrero. Era común que los negros dominicanos dijeran, a según recompila Welles, “soy negro, pero negro blanco”. Muchos estadistas norteamericanos concebían a los dominicanos como algo distinto a lo negro. Cuando un oficial norteamericano le pregunto al ministro Bobadilla si los dominicanos negros podían apoyar a los haitianos, este le aseguro que el color nunca ha sido muy importante en nuestra sociedad. Muchos observaron la reticencia dominicana a considerarse negro, si bien muchos de esos mismos observardores permanecían ambivalentes respecto a las caracteristicas etnicas de la nación hispanoamericana al oeste de la isla de Puerto Rico.
    Se recalcó la predominancia de lo blanco con respecto a lo negro cuando los estadounidenses evaluaban anexar el territorio de nuestro país e incorporarlo al suyo. Era común en los círculos de poder de Washington la opinión de que la problemática dominicohaitiano se reduce a que los blancos no quieren ser gobernados por los negros. La sorpresa sería algo que Welles trae a colación a manera de insinuación: la coexistencia de la negrofobia con la ausencia de opresión racial.
    Evidencia de este punto es la presunta victoria en los comicios presidenciales del 1994 de un hombre negro del que se decía tenía ascendencia haitiana: José Franciso Peña Gomez. Se cree hay chance de que, si bien es cierto el Presidente Joaquín A. Balaguer mantuvo el poder, a nivel de votos el triunfador fue Peña Gomez. Todo esto a pesar de una amplia campaña racista. Se cree que este episodio retrata de manera fidedigna la conciencia racial dominicana actual.
    No podemos hablar ni siquiera, según el autor, de “pobreza negra” en la República Dominicana porque medir la pobreza negra sería medir la pobreza de las masas. Este ejercicio hablaría más sobre la inequidad propia al “capitalismo dependiente” que de la opresión racial. Esto en ningún sentido niega de manera total la existencia de episodios de racismo o de tensión racial en nuestra sociedad. Agregaría yo que tampoco descarta la correlación entre pobreza y tono de piel oscuro.
    No obstante eso, queda pendiente armonizar la coexistencia pacífica de la autopercepción del dominicano como descendiente de africanos unidos a la negrofobia predominante en el discurso de la dominicanidad que prevalece a nivel oficial. En Estados Unidos, por ejemplo, un candidato puede ser sumamente controversial por sus vínculos como el supremacismo blanco y en esa sociedad los negros son minoría. Pero en nuestro país, son mayoría. Mas el expresidente Balaguer con frecuencia aludía a los peligros de la africanización y a la superioridad de los europeos de manera impune.
    ¿Es ese silencio decisión consciente del dominicano? ¿Es evidencia de alguna especie de locura colectiva? La clave parece descansar en el hecho de que el dominicano tiende a ser, por lo regular, dominicano antes que negro. A sabiendas de que es un negro, se privilegia al momento de construir la identidad lo nacional por encima de lo “racial”. Contrario al caso estadounidense, donde predomina el binarismo y polaridad racial (o se es blanco o se es negro), se han detectado hasta 21 terminos para referirse a las caracteristicas “raciales” en la región norte del país. Nada en la historia dominicana, contrario a la de los Estados Unidos, le indica a las masas que su miseria es estrictamente una forma de opresión racial.
¿Es el antihaitianismo como discurso de estado el responsable de la negrofobia de la intelectualidad dominicana así como de la inacción de los afrodescendientes dominicanos? No parece ser así. La solución a la pregunta puede ser la desracialización de la conciencia social del afrodescendiente en la economía de la plantación colonial. La históricamente llamativa e inmensa pobreza de la colonia de Santo Domingo imposibilitó el poder ser estrictos con los códigos sociales raciales. Recordemos, no obstante, que aún se puede hablar de masas y una oligarquía en este territorio siendo las grandes mayorías las afectadas por el fenómeno. La oligarquía rechazó ese nacimiento de la democracia racial. Pero el mestizaje que trajo consigo la eliminación de diferencias entre amos blancos y esclavos negros apuntaló “gente de color” a puestos de importancia. A partir de ahí prevaleció el mulato en la historia dominicana. Debemos contextualizar ese episodio dentro de la naciente colonia esclavista de Saint-Domingue: en ese contexto se empezó a equiparar el ser negro con el ser esclavo y se atribuía la pobreza de este lado de la isla a la no explotación de los negros como esclavos en la agricultura. Mientras más ennegrecía la piel dominicana, más emblanquecía su mentalidad. La posición social pesaba más que el color, la clase más que la raza. Por eso son hay conocidas instancias en las cuales los dominicanos negros prefirieron aliarse a los franceses o a los españoles antes que a los haitianos.
No podemos afirmar que la conciencia social desracializada del dominicana carece de ventajas, le es útil al sujeto porque le ahorra dolores y vergüenzas. No obstante, me veo en la obligación de hacer algunas preguntas algo difíciles de estudiar.
¿A qué punto influye la etnia en la desigualdad social de la R.D.? ¿Es la oligarquía tradicional mulata o puede considerarse que lo europeo predomina? Al hablar de la riqueza hoy, ¿Podemos diferenciar para fines sociológicos a los descendientes de amos que se mezclaron menos con los que más se mezclaron en el episodio del “nacimiento de la democracia racial”? ¿Quiénes fueron y qué rol juegan los dominicanos que no se mezclaron cuando el “nacimiento de la democracia racial dominicana”? El autor espera encontrar buenas respuestas pronto a fin de iluminar la relación entre la negritud y pobreza en la R.D., entre otros asuntos. Este fenómeno, el componente etnico de la desigualdad social, está bastante bien estudiado en varios casos como en los Estados Unidos, pero al parecer está pendiente desarrollar eso a plenitud en la patria hija de la la planta de Tabaco. (Torres-Saillant, S. 2000)

La raza, la cultura y la identidad nacional

    En la sección anterior, tratamos sobre la existencia de una conciencia racial que aparenta ser paradójica en la República Dominicana. Argumentamos que, en un sentido, mientras el dominicano más ennegrecía (y consciente de ello), más pensaba como blanco. Podemos opinar por lo visto que el calificativo de bovarismo colectivo al rechazo a la negritud dominicana es insuficiente si bien tiene algo de utilidad.
Visto eso, cómo coexiste una realidad racial con una manera de autoconcebirse algo contradictoria, traemos a colación las ideas de Milagros Ricourt. Esta intelectual contrasta las manera oficiales de pensarse del sujeto dominicano con las subversivas.
Cabe destacar que la negación de lo negro luce ser mayor en los centros urbanos en contraste con los rurales. En la dominicanidad se da mucho espacio a la negociación entre lo blanco y lo negro, como hemos observado anteriormente. A nivel empirico, muchos rehusan identificarse racialmente y optan por sólo identificarse como dominicanos. Digno de mención es el considerarse caribeño más que latinoamericano para intercambiar un apelativo elitista por uno que afirme la negritud. Esto fue una contribución de El Moreno, un dirigente político afrodescendiente al igual que Peña Gomez, dentro del contexto del “rescate de la historia auténtica” frente al discurso oficial promovido durante los 30 años de Trujillo.
 Los nuevos intelectuales traen nuevas ideas. Lo africano pasa de los márgenes al centro. Mas queda pendiente terminar de armonizar dos discursos contradictorios que coexisten: la negación con la afirmación de lo negro y de lo africano. Todavía una cantidad significativa de lo africano permanece en los bordes por miedo. El cimarronaje se esconde y se revela simultáneamente en la isla a diario. (Ricourt, M. 2016)





Conclusión
 
    Es diferente lo blanco y lo negro aquí y en Estados Unidos. Digo eso para referirnos al que es posiblemente el país más importante para la República Dominicano. Es importante, a la hora de entender sociología, concebir que la sociedad dominicana es única y que por ende las características que la componen serán únicas también. De ahí la importancia de situar, no podemos aplicar teorias cientificas del nucleo sin adaptarlas a la realidad de la periferia. Dicho de manera casual, “no al copy/paste teórico”.  Trabajar la raza en la República Dominicana sin caer en ese descuido que delata ignorancia y no produce buen fruto ha sido el norte de esta investigación. Es uno de mis nortes como estudiante.
Hemos tocado temas como la conciencia social desracializada, la evolución de la raza en la R.D. vista a través de su literatura, el bovarismo colectivo (así sea de manera breve), la caribeñidad contrapuesta a la latinoamericanidad, la estrategia racial dominicana como algo de beneficio en vez de perjurio, las respuestas al discurso oficial y como coexiste este con la subversividad. De igual manera, el rol de nuestros vecinos en el desarrollo de todo este proceso de individuación en la psiquis dominicana.
 Es la intención de quien escribe estas líneas que quien las lea le encuentre utilidad a la hora de analizar y comprender el mundo a fin de mejorarlo. Confiesa el que meramente ha recopilado algunas fuentes académicas para resumirlas y comentarlas brevemente que esta empresa le ha sido sumamente satisfactoria y esclarecedora. FIN.

“Sed justos lo primero si queréis ser felices” -Gral. Juan Pablo Duarte.

Bibliografia
 
Lee, M. E. (2011). Race consciousness in the Dominican Republic: A comparison of three dominican poets-past, present and future. CLA Journal, 55(2), 191-208. Retrieved from jstor.org/stable/44395680.

Ricourt, M. (2016). The Dominican Racial Imaginary. 135-154. doi:10.36019/9780813584508

Torres-Saillant, S. (2000). The Tribulations of Blackness: Stages in Dominican Racial Identity. Callaloo, 23(3), 1086-1111. doi:10.1353/cal.2000.0173










    




 
    









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