Tuesday, December 16, 2025

Un segundo para los ideales que nos hacen soberanos.

Un segundo para los ideales que nos hacen soberanos.


    Hoy, Martes 16 de diciembre del año en curso 2025, tuve el placer y honor de poder participar en un espacio que se le dedicó al estudio de nuestra posición como país en el espacio geopolíticamente vital para las potencias globales como los Estados Unidos y el grupo BRICS. El Doctor Pelegrín Castillo, como de costumbre, pronunció un magistral discurso enarbolando los mejores principios que tenemos como dominicanos. Manuel Nuñez, el linguista e historiador más conocido de nuestro país, plenamente consciente de la responsabilidad que pesa sobre nuestros hombros, impartió docencia con inusual sapiencia. Y el General Soto Jimenez (ret.) me sonrojo cuando, con su densamente criollo verbo, compartió información con la pasión digna de los militares patriotas de vocación que buscan alentar y motivar a sus tropas previo a la lucha en la batalla que hace historia y requiere unidad. De más está decir que muchos presentes, como el Excelentisimo Señor Embajador de la Federación de Rusia ante la República Dominicana, vibramos al unísono en torno a ideales que nos unen como la paz, la democracia y el progreso en consonancia con los mejores valores y costumbres de nuestras sociedades. 


    El ideal Duartiano: ¿qué es, y porqué es relevante hoy, el ideal Duartiano? Es esa llama que crece cuando un Presidente constitucional Don Luís Rodolfo Abinader Corona, con lágrimas en el rostro, le permite al Poder Judicial “meterle mano” con toda la imparcialidad que requiere el debido proceso, a personas acusadas de peculado y lavado de activos. Es importante porque, como reza nuestro himno: “Que Quisqueya será destruida,

Pero sierva de nuevo, ¡jamás!”. Ese es, creo, el ideal Duartiano: preferir, en vez de ser el esclavo que soporta su suerte, aunque oprobia su triste vivir, ser el libre que prefiere la muerte al oprobio de tal existir.


    Yo, como individuo, vi un cuadro de Duarte en la sala. Es Duarte un semi-dios en el imaginario dominicano. El hombre que, como Cristo, lo dio todo por la libertad. Y como Cristo, victima de mil traiciones fue. Pudiendo ser el popi buenmozon comecheques, dio todo por la patria, y todavía hoy muchas veces recibe es ingratitud. Pero me siento comodo en su presencia. Y, cuando saludé a Don Pelegrín, vi algo invaluable: nos vimos a los ojos, y vi la pureza del dominicano que busca dejar a su patria natal mejor que como la encontró. Vi al dominicano que ganó una re-postulación a una diputación en el 2008, hoy hace más de tres lustros, con la misma sencillez, elegancia, humildad, mansedumbre del siervo de cristo. Solo Dios conoce el corazón de las personas, pero si es verdad que los ojos son el espejo del alma, me reconforto el alma que vi. Es Pelegrín de los hombres de Dios que hay que respetar porque, a ultima instancia, Jesus esta mirando, y Dios que es bueno y misericordioso, tambien tiene que ser justo en su infinito poder y deidad; por eso nos ha revelado a traves de sus profetas en las escrituras que El premia a los justos y castiga a los inicuos. 


    Si me pasó algo no-ordinario: llegó mi Didi. Previo a abordar, justo antes de montarme tras como de costumbre verificar la identidad del conductor, el conductor me pidio que no abordará y que el iba a cancelar, tras recibirme bien chabacanamente. Cambio de actitud en un milisegundo. Sentí pesado el ambiente y cuando el se marchó lo sentí menos denso…Ya eso es subjetivo mio, pero si me extraño que tras invitarme a abordar y completar el simple viaje desde la Universidad Católica hasta mi hogar actual, me dijo “No te montes, no te montes, Dios me entiende, Dios me entiende”. Le dije, con cara muy extrañada vale, que por algo tiene que ser. Sé que Dios lo entendió, el que no lo entendió del todo bien, no mucho en realidad fui yo…Me comentó el encargado de seguridad que quizas Dios me estaba librando de una. Le dije, yo que soy muy creyente, que de seguro, mas que de cual de todas las posibles, quizás nunca lo sabré…


Es cuanto.


Aló, Aló, ¡Oigo!

Ja ja ja, es esta una foto de una escena de la versión musical del popular film de los noventa: El Día de la Marmota.





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