Como estudioso del homo
sapiens sapiens, hay un espacio de interacción cotidiana que me intriga: el
vestuario. El vestuario es un espacio muy cargado. Para empezar, la mayoria
reprimen sus deseos mismosexuales y el vestuario es un campo de batalla. Segundo,
la desnudez compartida invita a reevaluar ciertas ideas (así sea de manera
inconsciente) como las que tenemos respecto a la valía de la persona por su
condición social. Este lugar es un espacio en el cual, por breves instantes, no
valen los artículos de lujo como el reloj, los zapatos y el celular.
Consecuentemente, “otros atributos” se revalorizan en la construcción de la
jerarquía social que está, a mi entender, siempre presenta de manera implícita
en los grupos de mamíferos humanos. Otro tema que me intriga mucho, y que en
este espacio cobra importancia, es aquel de las reglas no escritas.
Empiezo con este relato
pues hoy llego a mi feed de Quora una anécdota. Un episodio que le sucedió a un
individuo. Este procede a analizar socio biológicamente lo sucedido.
Habla el hombre sobre
como proceder a cambiarse una vez que estaba jugando squash en un club. No
recuerdo si él estaba solo o acompañado. Cuenta que el vestuario era amplísimo:
cabían por lo menos 20 personas. Sin embargo, entran dos personas mas a
vestirse. Toman sus lugares de tal manera que uno de ellos queda justamente al
lado de él. Reitero que había espacio de sobra en el lugar para no estar “como
sardinas en lata”. El sujeto, admitiendo la aparente no-idoneidad de la
situación pide disculpas. Alega que quería estar al lado de su amigo. El
relator en cuestión, entonces, menciona que sintió su intimidad siendo violada.
Teoriza sobre lo arraigado que está el instinto de manada en los nosotros los
seres humanos.
De inmediato, me
vinieron memorias y teorías. Me encantan los temas sociobiológicos. En el
colegio preuniversitario se me daban mejor las ciencias sociales a las
naturales. No obstante eso, en cuanto relacionaba la química y la biología con
la política y la sociología la disciplina de Darwin, Fleming, Pasteur y Dawkins
cobraba vida. Me encantaba la psicología evolutiva (disciplina que se critica,
más entiendo tiene valor). Además, para estudiar desde la ciencia jurídica y la
ciencia política el debate en torno a la enseñanza de la biología evolutiva
había que saber algo de biologia y quimica. Fue sumamente influyente, a modo de
cambio de paradigma, mi descubrimiento de la obra de Edward O. Wilson. He
hablado de esto antes. Uno de los grandes debates de hoy es sobre si tenemos o
no los humanos una naturaleza innata. La ciencia natural nos puede iluminar
mucho en esta área. Es importante la pregunta para la política porque para
determinar de qué manera nos organizamos mejor y distribuimos mejor los
recursos, hay que analizar en primer lugar como somos los humanos.
Me pareció comico el
episodio. Algunos pueden pensar que el muchacho que se cambio cerca de quien
hace la anectdota es homosexual. No se si lo es, pero entender que es mas
homosexual que heterosexual por ese comportamiento es un absurdo. Las mujeres
frecuentemente, al menos en mi cultura, gustan de ir al baño juntas. No por eso
son, necesariamente, más lesbianas que heterosexuales. Tenemos el instinto de
andar juntos y buscar seguridad en los números porque eso nos ayuda a sobrevivir.
Después de todo, los abrazos crean oxitocina: una hormona que nos hace sentir
bien. La sentimos, tambien, cuando nos acurrucamos con animales. Creo que hasta
cuando compartimos con plantas ocurre algo a nivel bioquímico. El otro dia
pensaba que hay acciones que nos hacen sentir bien porque son necesarias. No
obstante eso, algunos entienden erróneamente lo contrario: hay acciones qeu son
necesarias porque nos hacen sentir bien. ¡El orden de los factores, ahi, si
altera el producto! Cabe señalar que es cierto que hay seres asexuales y seres
solitarios. Entiendo que tienen su propósito en la biosfera.
Yo mismo he sentido el
primal llamado a estar en grupo. Hay veces que quiero quedarme estudiando, sin
embargo me entra el deseo de buscar compañía. Una contradicción que ocurre en
el cerebro cuando la parte más vieja de este órgano pide algo y la que
evolucionó más tardíamente pide la otra. Las personas con problemas de comer
compulsivamente y de tabaquismo viven esa contradicción a diario. Una parte del
cerebro pidiendo otro pastel, y la otra diciéndole que no debería porque
escogió querer un cuerpo esbelto. En ese mismo orden quien con mil razones para
no encender un cigarrillo, los enciende compulsivamente en búsqueda de ese
momento en el cual respirará hondamente e ingresara nicotina a su torrente
sanguíneo. Cuando ignoramos nuestros instintos, predomina una parte del
cerebro. Cuando no lo hacemos, para bien o para mal, predomina la otra.
Hay quienes se ven
tentados a tener sexo sin protección o a violar un mandato judicial de
abstenerse de bebidas alcoholicas. Ahi nuestros instintos funcionan en nuestro
detrimento. Ahora, en otras ocasiones, creemos algo certero sin motivo
logico-racional para creerlo. Ahi nuestros instintos estan funcionando para
nuestro bien. A eso algunos lo llaman intuición. Ademas, dependemos de ese
instinto cuando manejamos, porque no siempre planeamos la ruta mediante
nuestras facutlades logico-analiticas. Por ejemplo, yo bajo de mi cuarto a la
cocina sin planificar la ruta.
Hay quienes ven al homo
sapiens sapiens como un punto intermedio en una progresión lineal que va desde
el antecesor común con los monos hasta lo que sea que depara nuestra adaptación
y progreso como especie. Ahora, yo me pregunto ¿qué rol jugarán los instintos
en nuestro futuro?. Hay quienes dicen que el hombre es mitad dios y mitad
bestia. ¿Soy yo el único que ve implícita, cuando usamos esa frase, a la parte
bestia como inferior a la parte divina? ¿Es nuestra parte bestia algo a ser
renegado y superado? ¿O es nuestra parte bestia algo a ser celebrado y
explorado? El hombre que quiso cambiarse junto a su amigo, por esa decisión, es
inmediatamente menos susceptible a ser víctima de la violencia. Con esa acción,
también, solidifica su enlace con ese amigo: ahora es más probable que le
comparta sus papitas o que le de un préstamo. Ahora, el malo de la película no
es el que sintió que su intimidad o espacio personal estaba siendo violado. No,
a mi juicio ese instinto es válido también. Tiene que ponerse chivo porque dos
extraños están muy cerca de él en un momento vulnerable. Eso incrementa su
posibilidad de salir herido en caso de violencia. Así como tenemos el instinto
de manada tenemos también el instinto de territorialidad.
En este caso, sus “partes bestias” le informaron bien a
los dos. Aunque, claro, desde antes que el ser humano codificara las normas
sociales ya la sociedad ideaba maneras de que los instintos no cercenaron el
respeto al derecho ajeno (que es la paz, según Benito Juarez). Y una regla no
escrita en los vestuarios es que hay que guardar distancia prudente de personas
que no conocemos. Por eso, no siempre debemos escuchar nuestros instintos.
Ciertamente, escuchar nuestros instintos “y ya” puede resultar tanto cómico
como trágico.
Teoricemos sobre la
parte divina. Leía hace poco sobre cómo el ser humano aparentemente está
cableado para no colaborar con miembros de grupos distintos al nuestro. Eso
explicaría porque los gays y los cristianos fundamentalistas no se ponen de
acuerdo. Lo mismo los haitianos con los dominicanos. Es interesante lo que
aporta para el debate la existencia de “gays cristianos” y “dominicohaitianos”.
Ahora, cuando contra todo pronóstico ocurre progreso en la resolución de
problemáticas comunes, diría que está predominando la “parte divina”.
¿Es siempre superior la
parte divina a la parte bestia? Me encuentro renuente a afirmar eso. Si ves
alguien que siempre ha tenido problemas con tu grupo, te pondrás chivo. Yo
argumentaría que siempre hay que estar un poco chivo. Son muchos años de
programación y resentimiento estorbando buenas relaciones. Eso no se supera de
la noche a la mañana. He ahí la importancia de instituciones fuertes en la
sociedad que nos permitan ser seres humanos. Cortes rápidas y eficientes que
medien, para no tener que recurrir a hacer justicia con nuestras propias manos
y que sirvan para disuadir a cualquier malhechor en primer lugar. Sin embargo,
al ver un “enemigo” de nuestra tribu, tampoco hay que desbocarse en hacer más
difícil la interacción. Argumento que hay que permitir que nuestro dios interno
y nuestra bestia interna se desarrollen en perfecta armonía. Perdonar, pero no
olvidar. Darse a respetar, pero no agredir. Compartir, pero defender lo propio.
Hacer lo que más me conviene, pero respetando el derecho ajeno.
Me viene a la mente el
tipo que quiso cambiarse junto a su amigo. ¿Como pudiera obtener los beneficios
que ese gesto de amistad le proporcionasen (de manera inconsciente, claro, no
se trata de ser interesado) respetando el derecho del otro a no cambiarse con
extraños desnudos en incómoda proximidad? En la vida hay dilemas morales
parecidos: cuando un amigo nos pide que hagamos trampa en clases o en los
negocios, cuando nos enteramos que alguien cercano y querido está haciendo lo
mal hecho, cuando le llevo un guineo a
mi novia a clases “porque estoy caliente” pero una compañera hambrienta me lo
pide al ver que tengo dos… ¡hay un sin número de situaciones en las cuales
nuestra parte animal y nuestra parte divina entran en conflicto!
En cierto sentido, hay
que superar nuestra parte animal. Cito a cuando nos pide que comamos en
detrimento de nuestra salud. Sin embargo, expertos en alimentación nos sugieren
que cuando queremos comer en demasía, debemos hacerlo porque privarnos de ese
momento solo lo volverá más seductor y el deseo de vivirlo más poderoso. Aquí
vemos la entrega a la parte animal como puerta para superarla.
En cuanto al sexo ocurre
algo similar. Hay quienes ven el privarse del sexo como la puerta para avanzar
espiritualmente. Sin embargo, tenemos a quienes entienden lo contrario: el
disfrute del sexo como puerta para dicho acelerón del progreso de nuestra alma.
Los ascetas contrapuestos a los tántricos. ¿que opinan ustedes? ¿Es la entrega
a la parte animal la via para superarla? ¿o es dejarla morir de hambre la
puerta para vencerla?
Reitero tambien, ¿es la
parte animal algo a vencer? Los dioses griegos eran dioses, y no por eso
dejaban de sentir celos o ira. No debajan de hacer triquiñuelas, de tener
banquetes, de tener sexo. En la Biblia, Jehova tambien es presentado como
susceptible a los celos. ¿Son los mismos dioses que ha tenido la humanidad aun
bestias en cierto sentido? ¡Veo que tienen su parte animal! Tal vez es
simbiótica la relación entre la parte bestia y la parte divina… Mientras más
divinos, mejores bestias. Y mientras más bestias, mas divinos. Aunque claro,
todo en su justo lugar: un desequilibrio echa por la borda el teorema.
Tomemos como ejemplo el
coronavirus. Hay quienes han citado a la hipótesis Gaia y dicen que es una
manera de la tierra autorregularse. El hombre ha abusado de la tierra,
comportándose como ser omnipotente y omnisciente hasta que llega el planeta a
devolverlo a su lugar. Tal vez nos faltó ser un poco más bestias. Aunque,
claro, el ser en exceso bestias nos ha traído horrorosos crímenes de guerra. Tal
vez aplica el viejo adagio popular: todo en exceso es malo.
El coronavirus, dice
Zizek, trae la contradicción que nos obliga simultáneamente a buscar compañia y
a no poder buscarla. Nos hace esta pandemia, más necesitados de compañía humana
y a la vez nos lo niega. Pero ojo, el hombre como ser creador ha ideado las
computadoras. Via Zoom, YouTube, Skype, WhatsApp, IG Live y demás hemos burlado
en parte las prohibiciones del coronavirus. Virus que, como dice un meme,
cuando no nos está haciendo exagerar su peligro nos hace subestimar. Zizek
habla también de cómo nos obliga a buscar de la ciencia y a re-imaginar nuestra
sociedad. El mundo pos-coronavirus, entiendo yo, debe ser más equitativo en la
distribución de recursos y más respetuoso de la ciencia natural. Asimismo, más
respetuosos de los profesionales de la salud mental. Pues lavarse las manos
frecuentemente es tan importante como no volverse locos.
En fin, el hombre se
crece como un dios y olvida que es un animal. Aunque también vemos que el
hombre a veces olvida su potencial divino y se comporta en exceso como un
animal. El coronavirus re-equilibra. Argumenta el teólogo Leonardo Boff citando
a Lovelock (quien ideó la hipótesis Gaia sobre cómo la tierra se re-equilibra
internamente) que el coronavirus restablece los balances de una manera más que
literal. Los científicos trabajan rápidamente en la búsqueda de una vacuna.
Pero hay gente que aún no cree en las vacunas. Y con todos los sucesos
inverosímiles que el afán de lucro ocasiona, yo no los culpo. Espero que sirva
esta reflexión para despertar inquietudes que lleven a analizar la vida tanto
individual como colectiva más críticamente en pos de su mejora. Como dice una
persona: frente al caos inverosímil, a veces basta con crear duda sana.
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