Tengo trauma. Creo que el dominicano promedio, en virtud de ser dominicano, tiene trauma. La generación que creció durante los 12 años tiene trauma. Esa generación que nació en los sesenta y tuvo hijos en los ochenta y noventa sólo podía hacer algo con sus hijos, en general: transmitirle el trauma. El trauma es hasta ancestral, rememoramos la esclavitud por ejemplo. No es tema de Balagueristas vs Comunistas: lo que el país vivió durante el recrudecimiento en la región de la Guerra Fría fue traumático y punto.
Creo que yo tengo más trauma que el dominicano promedio por algunos motivos. Dicen que a veces el people-pleasing es una respuesta al trauma que nos hace mucho daño. Yo he caído en eso. La solución: healthy boundary setting, establecer límites sanos. Algunos no lo entenderán, la psiquis dañada x lo general no concibe nada superior a sí misma. Pero ya sabemos lo que decía el difunto amigo de mi abuelo Napito, el Sr. Font Bernard.
Al LGBTI le violan todos sus derechos en el trabajo. Le pagan menos. Lo ascienden menos. Encima de eso, el Viernes fuera del horario de trabajo le partirán un bizcocho en el bar a Fulana de tal. Todos llevaran a sus parejas, pero el gay sabe ke lo ke con ke lo quoi. Y hay de él si no va…
¿Qué quiero de la vida? Autorrealizarme en plena facultad física y mental, cumpliendo con las leyes y buenas costumbres de la sociedad al tiempo en el cual cumplo con mis deberes to the best of my abilities. Para autorrealizarme busco de la política, el arte, el deporte, el inconsciente y todas las demás esferas de la vida. ¿Será la labor con la cual cubra cualquier necesidad existente de líquido más parte de mis deberes o más parte de mi autorrealización? Aun no lo se…
Pero si se que tengo que poner limites sanos y los pongo. Algunos me dirán raro, cruel, gringo, pasa’o y loco. Yo solo diré que es mi derecho tanto a los ojos de Dios como a los ojos de los hombres. ¿Porqué? Porque es justo y es nuestra ley escrita. ¿Porqué es justo? Porque lo contrario provoca daño al que no debe. Afirmo que los derechos no se mendigan. Sin caer en el exceso, ¡se exigen!
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