Mi Retiro de
Silencio
"A lo largo de la historia, los humanos se han infligido innumerables actos violentos, crueles e hirientes entre sí, y continúan haciéndolo. ¿Todos ellos deben ser condenados? ¿Son todos culpables? ¿O son esos actos simplemente expresiones de inconsciencia, una etapa evolutiva de la que ahora estamos creciendo? Las palabras de Jesús, "Perdónalos porque no saben lo que hacen", también se aplican a ti mismo ".-Eckhart Tolle en su libro El silencio habla.
No recuerdo la primera vez que
escuche que la fundación Arte de Vivir tenia “retiros de silencio”. Desde hace
un tiempo vengo acercándome a dicha fundación. Recuerdo que mi primera
exposición fue en los tiempos en que estudiaba sociología en Montréal.
Era el año 2013 o 2014. Me parece que mi madre noto el estado en el
que estaba la búsqueda espiritual que vengo desarrollando desde niño. Me repetía
una y otra vez que visitara la fundación Arte de Vivir. Hoy día creo que su intuición,
tal vez su sexto sentido de madre, “olió” algo en ese lugar que me convenía.
Por aquellos días, la sede de la fundación en Santo Domingo, el Ashram, quedaba cerca de mi antigua casa
en el Ensanche Julieta. Ya ni nosotros ni la fundación estamos ahí. Algunas
cosas cambian, siempre ha sido así, nada nuevo bajo el sol. Lo que no cambio
fue mi búsqueda ni la misión/visión de la fundación de Sri Sri Ravi Shankar.
En aquel entonces hice caso omiso. No vi nada de malo en la sugerencia
de mi madre. Simplemente, procrastine y lo postergue. Hoy me arrepiento. Tal
vez me hubiese evitado muchos problemas de no haber hecho caso omiso a la
sugerencia de madre. Nada mas me queda pensar que esa fue la voluntad de Dios,
el destino.
Pero bueno, adelantemos un poco. Es el año 2018, y me preocupa mi
ingesta compulsiva de comida chatarra así como la aguda inflexión de mi
tabaquismo. No recuerdo exactamente que paso, solo recuerdo que quería cambiar.
Creo que mi madre me repite otra vez el nombre de la fundación Arte de Vivir. Me
meto a la pagina, y me llama la atención. Recuerdo que tal vez había una foto
de un militar en una reunión de la fundación. Decido acercarme sin saber que
esperar, pero si pensando que podían ayudarme.
Al principio se dilató un poco mi acercamiento. Le puse mensajes a la
pagina internacional de la fundación y estos no fueron contestados. Persiste no
obstante.
En un hambre de superación y cambio para mejorar, me decido a comenzar
una practica de yoga. Desde mi indagamiento o incursión en el esoterismo
occidental de hace algunos años había aprendido sobre la importancia y eficacia
del yoga. Quería superarme y comenzar a practicar yoga me parecía una buena
inversión de tiempo para rehacerme en quien quería ser. Le digo a mi mamá que
quería practicar yoga (y por el desorden en la alimentación y el estado de mi
tabaquismo le encanto el ver un cambio positivo). De nuevo me menciona a la
fundación Arte de Vivir. Ya hasta me empezaba a sonar cliché pero no me daba
ladilla. Me atrajo la idea de levantarme temprano a practicar yoga para mi
avance espiritual en ese sitio tan chulo y solemne Hoy se que una palabra para
describir las actividades de la fundación es sattvico/a. Por aquellos días
también había estudiado el problema del sobrepeso desde la perspectiva ayurvedica.
Creo que Dios obraba en mi.
Consigo el numero de una persona de la fundación y voy a practicar
yoga. Cuando le comente al voluntario que quería, me recomendó uno de sus
cursos introductorios, un happiness program o un yes plus. Yo sin querer dejarme
llevar insisto en querer dirigir yo y solo asistir a yoga por ahora. Quedamos
en que me esperarían en clase.
Ese día me levante temprano. Que bien se sintió levantarme temprano
para practicar yoga, algo que me contribuía tanto al físico como al espíritu.
La vida no obstante parece que deseaba jugarme una broma y cuando llegue a la
sede de Julieta a pie desde mi casa aprendí que se habían mudado. No obstante
eso, yo era un hombre decidido a superarse y no pensaba permitir que nada se
metiera en mi camino.
Ese mismo día, hable de nuevo con el voluntario. El me confirma que
si, que se habían mudado. Vuelve a recomendarme uno de los programas
introductorios de la fundación. Tras confirmar que me puede ayudar a superar el
tabaquismo y a perder de peso, decido dejarme llevar.
Llegue ese fin de semana a mi curso, pagado con un dinero que mi
abuelo me había regalado en navidad. No sabia que esperar. Pensaba encontrarme
con algo misterioso y solemne. Me encontré con muchas actividades alegres y
divertidas. Muy sanas. No era la primera vez que iniciaba una empresa
espiritual esperando solemnidad para terminar encontrándome mucha diversión. El
programa consistió de varias cosas, me pedían controlar tabaco, azúcar y carne
ese fin de semana. Debía eliminar “alimentos con ojitos”, negocie el consumo de
tabaco ya que para ese entonces fumaba bastante y en vez de veinte cigarrillos
ese fin de semana solo consumiría tres o cuatro, y zero café o azúcar refinada.
Pan comido, pensé. Ese fin de semana tome mucha batida de lechosa con
mucha leche Milex, como le gusta a mi familia. Yo de glotón gusto de ponerle
mucha leche en polvo hasta que me sepa a helado. La endulzaba con miel de
abeja. También cenaba chile sin carne a base de frijoles, uno de mis platos
veganos preferidos. El ultimo día lleve
para la comida vegetariana compartida arroz blanco y sopa de lentejas con
patatas.
Entre muchas actividades divertidas, le tome respeto a la fundación
cuando llego el momento de hacer los ejercicios de respiración. Nos enseñaron
los fundamentos del pranayama. Eso tan esotérico sobre lo que leía en
antiquísimos textos sobre disciplinas espirituales estaba cobrando vida. Sabia
que algún día tendría que practicar pranayama y ¡o sorpresa! ¡el destino había
decidido que seria ese día y a esa hora que aprendería como hacerlo! Ya era
hora, pensé…
No note el cambio de la noche a la mañana. Obviamente no fue lo único
que influyo en mi adelgazamiento, superación del tabaquismo, y demás cambios
positivos en mi vida. No obstante eso estoy muy agradecido del sitio.
Nos dijeron que todos los miércoles y todos los domingos podíamos
volver a lo que se llama el satsang sin costo adicional alguno. Mi vieja
naturaleza, o “la carne” para emplear terminología cristiana, rechino. Mas
compromisos y yo con tanta televisión que ver, pensé.
Pasaron alrededor de siete meses. En ese entonces veía un medico
psicólogo muy bueno con quien trataba sobre una eliminación de medicación. Para
ese entonces, no obstante, mi ansiedad estaba revoloteada como nunca.
El doctor de inmediato me recomendó un fármaco ansiolítico. Tras
comprobar que es adictivo, le propongo a cambio que yo reinicie mi practica de
respiración o pranayama (le introduje brevemente a que recorcholis yo quería
decir con esa palabra tan rara).
Cuando llegue al satsang, fue increíble. Un día sentí como con cada
respiro durante el pranayama sentía algo así como una sustancia adormeciendo mi
mente. Hoy día no tengo que tomar un solo fármaco para la ansiedad. ¡Gracias
Fundación Arte de Vivir!.
Y bueno, gradualmente me propuse realizar mi pranayama a diario. Doy
fe que es un ejercicio grandioso. Después de eso tome el curso de meditación.
Muy bueno también.
Le comento a mi madre que pronto habría un retiro del silencio y ella
con mucho entusiasmo ofreció regalármelo de cumpleaños. Acepte porque la vida
me ha enseñado a aceptar bendiciones, que mejor pájaro en mano que cientos
volando y que las oportunidades se aprovechan.
Sucede no obstante que con mis compromisos en el mundo político, del
activismo y mis estudios en la facultad de derecho mi vida estaba un poco
frenética mi vida otra vez. Como resultado, había abandonado la practica de
pranayama diario. Y hasta me da un poco de risa, pero a medida que postergaba
mi pranayama disminuía mi entusiasmo inicial por el retiro. Al principio me
motivaba mucho ver como el silencio prologado podía alterar mi estado de
conciencia. Con la practica espiritual descuidada “‘taba en tó meno’ en misa”. Incluso había
olvidado el viaje. De no ser por un recordatorio el día anterior en el grupo de
whatsapp que se creo para ese fin hubiese faltado por olvido.
Pero bueno, recordando lo entusiasmado que estaba para el viaje,
decido partir sin decir ni ji. Era increíble como mi voluntad lo quería pero mi
mente no. Lo quería y no lo quería.
Llegue al viaje muy acelerado. Es increíble como a medida que salíamos
del bullicio citadino mi mente se iba calmando. Justo antes de llegar, ya en
las montañas de Barahona, no podía ni creer como estaba cuando entre en la
guagua. Preocupándome por mi ingesta de proteína y por la mascota en la cual
escribiría. Me parecieron nimiedades. Claro, no me arrepentí de haber adquirido
mis barras de proteína porque por mi incursión al fisicoculturismo estaba
acostumbrado a cierto nivel de proteínas y siempre siento hambre en la noche.
Pero al contemplar al sur y recordar como es una zona tradicionalmente olvidada
y empobrecida de nuestro país, siento que mis afanes por conseguir el cuaderno
y las barras a ultimo minuto eran nimiedades.
No quiero agotar el tiempo ni dar muchos detalles sobre el itinerario.
El curso vale la pena. Me impresionaron mucho algunas cosas no obstantes y las
relato a continuación.
Se abrió el silencio y esa noche, mientras caminábamos o descansábamos
en silencio todos los participantes, me pareció increíble lo solemne y palpable
que es el silencio profundo del otro. Hay que vivirlo para saber que quiero
decir con palpable. Fue increíble. Esa experiencia, creo, ilustra a la
perfección lo que el psicoanalista Jacques Lacan quiere decir cuando sostiene
que el lenguaje jamás le hace justicia a la realidad.
También me llamo mucho la atención cuando tras un tiempo en silencio
quien dirigía el curso nos pide entrar en un silencio mas profundo, sin gestos,
sin miradas, sin sonrisas al ver al otro. Creo que me adentre profundo en mi
silencio. ¡Wow¡, es lo único que puedo decir. Cuanta solemnidad se siente.
Sin embargo, recuerdo que pensé en un principio que el curso no era la
gran cosa. Fue un pensamiento recurrente, que el retiro estaba “mas o menos”.
No me había percatado de cuan profundo era el viaje ni cuan larga era la trayectoria
que había recorrido. No fue hasta que vi la guagua en la cual partiríamos,
justo antes de terminar el silencio, que contraste para donde iba con adonde
había estado y note, sin dejar lugar a dudas, que era diferente.
Con el silencio recién terminado, sentí un choque de tristeza bien
agudo. He pensado que tal vez, en una vida pasada, vivía en un monasterio o
algo por el estilo. Siento que había hecho lo que hice antes. El silencio
habla, el silencio es algo que nosotros en la occidentalidad moderna a veces
criticamos. Me reservo el derecho a no hablar mucho de cuando en vez. La
ciencia esta de mi lado: dicen que para los introvertidos es dañino el small talk. Algunas personas del curso
resaltaron mi sociabilidad y lo simpático que puedo ser, pero adelanto que a
veces necesito del silencio para recargar las pilas.
Le agradezco a Dios y a mi madre por la oportunidad. Pensaba hacer la
experiencia del silencio con algún grupo católico para recortar gastos, mas
estoy muy satisfecho con el que dispuso la vida seria mi primero en estos casi
27 años de vida (al momento de escribir).
Les deseo muchas bendiciones. Paz, éxito, abundancia, salud, prosperidad
y todo lo bueno.
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