Monday, November 11, 2019

Mi retiro de silencio


Mi Retiro de Silencio

"A lo largo de la historia, los humanos se han infligido innumerables actos violentos, crueles e hirientes entre sí, y continúan haciéndolo. ¿Todos ellos deben ser condenados? ¿Son todos culpables? ¿O son esos actos simplemente expresiones de inconsciencia, una etapa evolutiva de la que ahora estamos creciendo? Las palabras de Jesús, "Perdónalos porque no saben lo que hacen", también se aplican a ti mismo ".-Eckhart Tolle en su libro El silencio habla.
 
            No recuerdo la primera vez que escuche que la fundación Arte de Vivir tenia “retiros de silencio”. Desde hace un tiempo vengo acercándome a dicha fundación. Recuerdo que mi primera exposición fue en los tiempos en que estudiaba sociología en Montréal.

Era el año 2013 o 2014. Me parece que mi madre noto el estado en el que estaba la búsqueda espiritual que vengo desarrollando desde niño. Me repetía una y otra vez que visitara la fundación Arte de Vivir. Hoy día creo que su intuición, tal vez su sexto sentido de madre, “olió” algo en ese lugar que me convenía. Por aquellos días, la sede de la fundación en Santo Domingo, el Ashram, quedaba cerca de mi antigua casa en el Ensanche Julieta. Ya ni nosotros ni la fundación estamos ahí. Algunas cosas cambian, siempre ha sido así, nada nuevo bajo el sol. Lo que no cambio fue mi búsqueda ni la misión/visión de la fundación de Sri Sri Ravi Shankar.

En aquel entonces hice caso omiso. No vi nada de malo en la sugerencia de mi madre. Simplemente, procrastine y lo postergue. Hoy me arrepiento. Tal vez me hubiese evitado muchos problemas de no haber hecho caso omiso a la sugerencia de madre. Nada mas me queda pensar que esa fue la voluntad de Dios, el destino.

Pero bueno, adelantemos un poco. Es el año 2018, y me preocupa mi ingesta compulsiva de comida chatarra así como la aguda inflexión de mi tabaquismo. No recuerdo exactamente que paso, solo recuerdo que quería cambiar. Creo que mi madre me repite otra vez el nombre de la fundación Arte de Vivir. Me meto a la pagina, y me llama la atención. Recuerdo que tal vez había una foto de un militar en una reunión de la fundación. Decido acercarme sin saber que esperar, pero si pensando que podían ayudarme.

Al principio se dilató un poco mi acercamiento. Le puse mensajes a la pagina internacional de la fundación y estos no fueron contestados. Persiste no obstante.


En un hambre de superación y cambio para mejorar, me decido a comenzar una practica de yoga. Desde mi indagamiento o incursión en el esoterismo occidental de hace algunos años había aprendido sobre la importancia y eficacia del yoga. Quería superarme y comenzar a practicar yoga me parecía una buena inversión de tiempo para rehacerme en quien quería ser. Le digo a mi mamá que quería practicar yoga (y por el desorden en la alimentación y el estado de mi tabaquismo le encanto el ver un cambio positivo). De nuevo me menciona a la fundación Arte de Vivir. Ya hasta me empezaba a sonar cliché pero no me daba ladilla. Me atrajo la idea de levantarme temprano a practicar yoga para mi avance espiritual en ese sitio tan chulo y solemne Hoy se que una palabra para describir las actividades de la fundación es sattvico/a. Por aquellos días también había estudiado el problema del sobrepeso desde la perspectiva ayurvedica. Creo que Dios obraba en mi.

Consigo el numero de una persona de la fundación y voy a practicar yoga. Cuando le comente al voluntario que quería, me recomendó uno de sus cursos introductorios, un happiness program o un yes plus. Yo sin querer dejarme llevar insisto en querer dirigir yo y solo asistir a yoga por ahora. Quedamos en que me esperarían en clase.

Ese día me levante temprano. Que bien se sintió levantarme temprano para practicar yoga, algo que me contribuía tanto al físico como al espíritu. La vida no obstante parece que deseaba jugarme una broma y cuando llegue a la sede de Julieta a pie desde mi casa aprendí que se habían mudado. No obstante eso, yo era un hombre decidido a superarse y no pensaba permitir que nada se metiera en mi camino.

Ese mismo día, hable de nuevo con el voluntario. El me confirma que si, que se habían mudado. Vuelve a recomendarme uno de los programas introductorios de la fundación. Tras confirmar que me puede ayudar a superar el tabaquismo y a perder de peso, decido dejarme llevar.

Llegue ese fin de semana a mi curso, pagado con un dinero que mi abuelo me había regalado en navidad. No sabia que esperar. Pensaba encontrarme con algo misterioso y solemne. Me encontré con muchas actividades alegres y divertidas. Muy sanas. No era la primera vez que iniciaba una empresa espiritual esperando solemnidad para terminar encontrándome mucha diversión. El programa consistió de varias cosas, me pedían controlar tabaco, azúcar y carne ese fin de semana. Debía eliminar “alimentos con ojitos”, negocie el consumo de tabaco ya que para ese entonces fumaba bastante y en vez de veinte cigarrillos ese fin de semana solo consumiría tres o cuatro, y zero café o azúcar refinada.

Pan comido, pensé. Ese fin de semana tome mucha batida de lechosa con mucha leche Milex, como le gusta a mi familia. Yo de glotón gusto de ponerle mucha leche en polvo hasta que me sepa a helado. La endulzaba con miel de abeja. También cenaba chile sin carne a base de frijoles, uno de mis platos veganos preferidos.  El ultimo día lleve para la comida vegetariana compartida arroz blanco y sopa de lentejas con patatas.

Entre muchas actividades divertidas, le tome respeto a la fundación cuando llego el momento de hacer los ejercicios de respiración. Nos enseñaron los fundamentos del pranayama. Eso tan esotérico sobre lo que leía en antiquísimos textos sobre disciplinas espirituales estaba cobrando vida. Sabia que algún día tendría que practicar pranayama y ¡o sorpresa! ¡el destino había decidido que seria ese día y a esa hora que aprendería como hacerlo! Ya era hora, pensé…

No note el cambio de la noche a la mañana. Obviamente no fue lo único que influyo en mi adelgazamiento, superación del tabaquismo, y demás cambios positivos en mi vida. No obstante eso estoy muy agradecido del sitio.

Nos dijeron que todos los miércoles y todos los domingos podíamos volver a lo que se llama el satsang sin costo adicional alguno. Mi vieja naturaleza, o “la carne” para emplear terminología cristiana, rechino. Mas compromisos y yo con tanta televisión que ver, pensé.

Pasaron alrededor de siete meses. En ese entonces veía un medico psicólogo muy bueno con quien trataba sobre una eliminación de medicación. Para ese entonces, no obstante, mi ansiedad estaba revoloteada como nunca.

El doctor de inmediato me recomendó un fármaco ansiolítico. Tras comprobar que es adictivo, le propongo a cambio que yo reinicie mi practica de respiración o pranayama (le introduje brevemente a que recorcholis yo quería decir con esa palabra tan rara).

Cuando llegue al satsang, fue increíble. Un día sentí como con cada respiro durante el pranayama sentía algo así como una sustancia adormeciendo mi mente. Hoy día no tengo que tomar un solo fármaco para la ansiedad. ¡Gracias Fundación Arte de Vivir!.

Y bueno, gradualmente me propuse realizar mi pranayama a diario. Doy fe que es un ejercicio grandioso. Después de eso tome el curso de meditación. Muy bueno también.

Le comento a mi madre que pronto habría un retiro del silencio y ella con mucho entusiasmo ofreció regalármelo de cumpleaños. Acepte porque la vida me ha enseñado a aceptar bendiciones, que mejor pájaro en mano que cientos volando y que las oportunidades se aprovechan.

Sucede no obstante que con mis compromisos en el mundo político, del activismo y mis estudios en la facultad de derecho mi vida estaba un poco frenética mi vida otra vez. Como resultado, había abandonado la practica de pranayama diario. Y hasta me da un poco de risa, pero a medida que postergaba mi pranayama disminuía mi entusiasmo inicial por el retiro. Al principio me motivaba mucho ver como el silencio prologado podía alterar mi estado de conciencia. Con la practica espiritual descuidada  “‘taba en tó meno’ en misa”. Incluso había olvidado el viaje. De no ser por un recordatorio el día anterior en el grupo de whatsapp que se creo para ese fin hubiese faltado por olvido.

Pero bueno, recordando lo entusiasmado que estaba para el viaje, decido partir sin decir ni ji. Era increíble como mi voluntad lo quería pero mi mente no. Lo quería y no lo quería.

Llegue al viaje muy acelerado. Es increíble como a medida que salíamos del bullicio citadino mi mente se iba calmando. Justo antes de llegar, ya en las montañas de Barahona, no podía ni creer como estaba cuando entre en la guagua. Preocupándome por mi ingesta de proteína y por la mascota en la cual escribiría. Me parecieron nimiedades. Claro, no me arrepentí de haber adquirido mis barras de proteína porque por mi incursión al fisicoculturismo estaba acostumbrado a cierto nivel de proteínas y siempre siento hambre en la noche. Pero al contemplar al sur y recordar como es una zona tradicionalmente olvidada y empobrecida de nuestro país, siento que mis afanes por conseguir el cuaderno y las barras a ultimo minuto eran nimiedades.

No quiero agotar el tiempo ni dar muchos detalles sobre el itinerario. El curso vale la pena. Me impresionaron mucho algunas cosas no obstantes y las relato a continuación.

Se abrió el silencio y esa noche, mientras caminábamos o descansábamos en silencio todos los participantes, me pareció increíble lo solemne y palpable que es el silencio profundo del otro. Hay que vivirlo para saber que quiero decir con palpable. Fue increíble. Esa experiencia, creo, ilustra a la perfección lo que el psicoanalista Jacques Lacan quiere decir cuando sostiene que el lenguaje jamás le hace justicia a la realidad.

También me llamo mucho la atención cuando tras un tiempo en silencio quien dirigía el curso nos pide entrar en un silencio mas profundo, sin gestos, sin miradas, sin sonrisas al ver al otro. Creo que me adentre profundo en mi silencio. ¡Wow¡, es lo único que puedo decir. Cuanta solemnidad se siente.

Sin embargo, recuerdo que pensé en un principio que el curso no era la gran cosa. Fue un pensamiento recurrente, que el retiro estaba “mas o menos”. No me había percatado de cuan profundo era el viaje ni cuan larga era la trayectoria que había recorrido. No fue hasta que vi la guagua en la cual partiríamos, justo antes de terminar el silencio, que contraste para donde iba con adonde había estado y note, sin dejar lugar a dudas, que era diferente.


Con el silencio recién terminado, sentí un choque de tristeza bien agudo. He pensado que tal vez, en una vida pasada, vivía en un monasterio o algo por el estilo. Siento que había hecho lo que hice antes. El silencio habla, el silencio es algo que nosotros en la occidentalidad moderna a veces criticamos. Me reservo el derecho a no hablar mucho de cuando en vez. La ciencia esta de mi lado: dicen que para los introvertidos es dañino el small talk. Algunas personas del curso resaltaron mi sociabilidad y lo simpático que puedo ser, pero adelanto que a veces necesito del silencio para recargar las pilas.

Le agradezco a Dios y a mi madre por la oportunidad. Pensaba hacer la experiencia del silencio con algún grupo católico para recortar gastos, mas estoy muy satisfecho con el que dispuso la vida seria mi primero en estos casi 27 años de vida (al momento de escribir).

Les deseo muchas bendiciones. Paz, éxito, abundancia, salud, prosperidad y todo lo bueno. 

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